domingo, 10 de mayo de 2009

Breve historia de la maternidad

Breve historia de la maternidadLa celebración del día de las madres tiene orígenes históricos más o menos oscuros. Los griegos celebraban a Rhea, la madre de los dioses, mientras que los antiguos romanos celebraban a Cibeles, una diosa madre.

En la antigua roma había una tradición en la cual, tras nacer, el bebé era puesto a los pies del padre. Si éste lo levantaba del suelo, significaba que lo reconocía, pero si lo dejaba ahí el niño estaba condenado a morir.

En la Edad Media la maternidad ganó terreno y poder, de la mano de la religión y del reconocimiento de María como madre virginal de Jesús, pero ser madre era un riesgo ya que la mortalidad era altísima por la fiebre puerperal y por las malas dietas. Sin embargo, ser madre confería un estatus especial a las mujeres ya que solían ser tan poderosas como sus hijos, en el caso de los nobles.

La maternidad, sin embargo, significaba también que la mujer era excluída de otras actividades, ya que a las niñas se les preparaba desde su más tierna infancia para esta tarea, excluyéndolas del trabajo remunerado, del estudio de profesiones y del panorama político

La revolución industrial cambió un poco esto, ya que se comenzó a ver a las mujeres como mano de obra, lo que las capacitaba para ganar dinero, pero ello no las excluía de sus obligaciones maternales. Por lo tanto, la expectativa de vida de una mujer trabajadora disminuyó ostensiblemente.

En los 1930s el asunto cambió. Las mujeres de la clase media no debían trabajar, sino dedicarse a cuidar la casa y a los hijos y en los 1940s empeoró, ya que se les veía sólo como generadoras de hijos, que se convertirían en soldados para las guerras que había, y las que segurían (un poco al estilo de la antigua Roma).

En los 60s las cosas sufrieron un vuelco radical. Aparecieron los métodos anticonceptivos hormonales y muchas mujeres, finalmente, pudieron decidir sobre su descendencia, posponer la maternidad para estudiar y trabajar y participar en actividades políticas. Todo ello, obviamente, venciendo enormes resistencias por parte de los hombres, que veían invadidos sus terrenos por la nueva mujer.

El nacimiento del feminismo y los movimientos sociales provocados por organizaciones de este tipo consiguieron mucho: El voto para la mujer, su aceptación en las Universidades y en puestos laborales más elevados y un creciente número de mujeres trabajadoras. Mientras que en 1960 menos de un tercio de las mujeres trabajaba, para 1990 más de dos terceras partes de las mujeres trabaja y obtiene salarios que, poco a poco, se vuelven más cercanos a los de sus contrapartes masculinas.

Y la maternidad ha dejado de ser un obstáculo para el desarrollo de una mujer. Muchas trabajan, estudian, participan activamente en actividades políticas y sociales y el ser madres no las limita, ya que el hombre ha comenzado a participar activamente en las labores de crianza y educación de los hijos. Por supuesto que existen diferencias culturales, nacionales o debidas a la religión, pero el movimiento hacia el reconocimiento de los derechos de las mujeres y de la igualdad entre los sexos es algo imparable.

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